Hay lugares atemporales que sorprenden en cada visita, siempre iguales y a la vez siempre diferentes.
Un cambio de estación puede suponer, y supone, un drástico cambio de escenario. Es como si fuese un lugar absolutamente distinto.
Uno de esos lugares de los que hablo es un gran desconocido, incluso para algunos madrileños, Los Jardines Reales del Campo del Moro.
Suelo visitarlo en otoño, este año pasado me lo perdí por cuestiones que no vienen al caso pero es realmente espectacular. Otoño en estado puro.
Esta vez he vuelto cuando apenas está despuntando la primavera, una primavera que este año promete exuberancia absoluta después de tannnnta agua.
El color verde nos abrazaba, nos asaltaba con su intensidad y con su olor a nuevo, a plantas recién regadas, a brotes recién nacidos.
El color y la variedad nos rodeaba, no pudimos evitar llevarnos un divertido y colorido recuerdo a casa.
Volví a pasar y a fotografiar esta especie de caseta abandonada. Por dentro un precioso salón con chimenea, grandes ventanales y nada más, solo polvo, telarañas, una manta abandonada...
Si sus paredes hablasen, ¿qué nos contarían?
Algunos rincones perfectos para enamorados, seguro que mucho se han prometido amor eterno en este banco, o quizás se han despedido de un amor que era eterno. Quien sabe....
Hicimos un nuevo amigo por el camino, ¡casi se viene con nosotras a casa!
Unos jardines llenos de historia y de historias que, por un día, volvió a tener una nueva reina. La mía. ;-)
Hoy si os voy a dejar música, algo también atemporal. ¿Qué os parece un tema de Police?
I hope see you soon!
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